Como ya han apuntado otros autores, el Bierzo es una zona de paso, un cruce de caminos entre Castilla, Galicia y Asturias. No es de extrañar, por tanto, que nuestra forma de hablar, así como de ser, sea una mezcla de todo lo que nos rodea.
En cuanto a si hay una o varias hablas en la zona, existe discrepancia de opiniones. Por ejemplo, Manuel Gutiérrez Tuñón en El habla del Bierzo opinaba que no podemos hablar de un único dialecto, mientras que Antonio Fernández y Morales afirmaba que sí. En mi humilde opinión, creo que no se puede hablar de una lengua unificada, ni siquiera de un dialecto y me inclino más por la opción de hablas en plural, como plurales son las actualizaciones que cada persona elige entre las distintas lenguas y dialectos presentes en este territorio. Así, en un mismo lugar y procedente de una misma persona podemos llegar a escuchar los términos hoguera, hogueira, foguera y fogueira indistintamente. El factor determinante en cuanto a la elección del término tiene mucho que ver con la variedad diafásica de la lengua, es decir, la que se refiere al contexto en el que se produce la comunicación. Así, la elección por parte del hablante del uso del castellano o de las distintas hablas bercianas dependerá en buena parte del habla que emplee su interlocutor/a y del contexto en el que se dé dicha comunicación (rural, familiar, jocoso...).
Se divide el Bierzo en dos zonas lingüísticas según la influencia de dos dialectos históricos:
El Bierzo alto u oriental, de marcada influencia del dialecto asturleonés.
El Bierzo bajo u occidental, de influencia gallegoportuguesa.
Ramón Menéndez Pidal y Verardo García Rey marcaron los límites entre los dos dialectos en las cuencas de los ríos Cúa y Sil.

A esta gran influencia histórica de los dos dialectos hay que añadir la posterior imposición del castellano; de este modo, me parece muy acertada la apreciación de Tuñón cuando define el habla del Bierzo como un "castellano contaminado por el gallego y el leonés".
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